-Ei que pasa Rufo-Hugo saludó a un chico dándole una palmada en la espalda-Mira este es el nuevo, mi compañero Borja-Se empezaron a reír. Borja no sabía por qué, Rufo lo miraba de arriba abajo.
-Hola, yo soy Rufo Graham, llevo aquí el mismo tiempo que Hugo, siete meses-Su tez era morena, aun más que la de Borja, de su altura más o menos y de ojos marrón oscuro, vestía unos playeros anchos, pantalones caídos y anchos, una camisa a cuadros, en el pecho llevaba una cadena de oro muy fina con una inicial colgando y una medalla.
-Hola, Borja Munitcht-Se estrecharon la mano.
-Bueno tío ¿y los demás?
-Por ahí andarán, a excepción de Carlo.
-Bronca otra vez.
-Si, venga vamos al salón con los pringaos estos.
Caminaron hasta allí, les dijeron un par de normas, las básicas y volvieron a sus cuartos. Rufo se quedó en la suya puesto que estaba prohibido deambular por ahí.
-Oye Hugo, ¿aquí tenéis Internet y todo eso?
-No, ¿no os han dicho nada a la entrada?, bueno, en un rato antes de dormir pasarán a requisar todos los teléfonos, portátiles, etc. Cada mes mandas una carta a casa, no vienen a verte hasta los días de festivos y todo eso, depende de tu comportamiento en Navidades y pascua vas a casa.
-Mierda.
-¿Qué pasa?
-Mi chica…-Se pasó una mano por la cabeza y suspiró.
-Mañana podemos mandar una a casa, así que si tienes que hacerlo ponte ahora a escribirla porque pasarán por la noche a por ellas.
-¿Y tú no escribes?
-Si, pero después, he de contar poco, y esta es para mi hermana, ojala la abra ella o mi madre y no mi padre.
Borja deshizo la maleta, se subió a la litera de arriba con un bloc y un bolígrafo negro, empezó a leer por vigésima vez el poema de la fotografía en la que salían ellos dos, después empezó a escribir:
Mamá:
He llegado bien, el viaje ha sido largo, en el autobús iban muchísimos de aquí, esto es muy serio y los profesores son muy rectos, tenemos que llevar un uniforme negro y blanco, corbata, chaleco, etc. ¿Es que vamos de boda? Bueno, en fin, mi compañero se llama Hugo, es majo, lleva aquí siete meses.
Que no te extrañe si tardo en dar señales de vida, solo podemos enviar una carta al mes, no tenemos Internet ni nos dejan utilizar teléfonos móvil ni radio siquiera.
Supongo que tu marido estará encantado de haberme echado de casa y meterme en un internado tal que este. Sí, será obvio que estará contento todo el tiempo su primogénito es un cabrón y está desheredado. Bueno, solo decirte que aunque también estoy enfadado contigo por no haberme ayudado, te envío un beso. A Rubén que tenga cuidado con lo que hace, las chicas…lo tengo calado ¿vale? Él sabe a lo que me refiero.
Hasta el próximo mes.
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