jueves, 2 de junio de 2011

Treinta y dos

“Bueno, menos mal que la noche es cálida, porque sino el baño de despedida se lo va a dar otro”
Llegó a su destino, aun no había nadie cerca, se sentó en un banco a esperar a su cita.

Eran las doce y siete cuando Emma llegó. Borja se puso nervioso y se levantó. Emma se tiró a sus brazos a abrazarlo.
-Borja, oh Borja, he leído el privado, no me hagas esto-Le abrazaba y sollozaba.
-Em, como sigas así no me verás nunca, afloja los brazos anda.
-Ups-Se separó un poco-Traje la mochila con las cosas.
-Espera antes vamos a esperar un poco ¿vale?
-Vale.
Se tumbaron en el prado boca arriba uno junto al otro mirando el cielo encapotado, apenas se veía una estrella, probablemente mañana llovería. Estuvieron callados un buen rato hasta que Emma habló.
-Apenas te conozco, no se casi nada de ti. Pero te quiero con locura y lo daría todo por ti.
-¿Estás segura de eso?-Le preguntó Borja cogiéndola por el cuello y besándola-Aun es pronto para decidirte por algo así, tienes mucha vida por delante y probablemente conozcas a gente mejor que yo.
-Si, lo estoy-Le dijo muy seria-No hay nadie mejor que tú.
-No sabes lo que dices, arriesgarlo todo por mi, alguien a quien apenas conoces-Le sonrió, pero ella seguía seria.
Siguieron cayados un rato más.
-Es una pena, pronto será mi cumpleaños.
-¿Cuándo?
-El veintiocho. Quería celebrarlo con la gente que quiero. Mis amigas, mi familia, tú-Se miraron, Borja la besó lentamente como todas las veces, fue apasionado y frío. Siempre sentía lo mismo. El hormigueo no se iba a ir nunca, ahí seguía a pesar de que no era la primera vez. En ese beso notó la despedida, el gran amor que los unía y algo nuevo, ganas de lago, de más. Emma se separó de mala gana.
-Vamos, quiero bañarme contigo bajo la poca luna que se ve, es romántico y genial para este momento-Lo cogió de las manos intentando levantarle, pero era imposible, pesaba más que ella y a pesar de que Emma era fuerte, no pudo.
Se quitaron la ropa, dejando descubierto ambos su bañador, se metieron en el agua uno por cada lado, poco a poco, estaba fría, ella empezó a nadar suave, él la siguió un ratito, después la cogió por la cintura, la sintió enlazada en su cuello y las manos perdidas entre su pelo, pegándose a él, cariñosa, respirando entrecortadamente entre cada beso largo.
-Tus labios son como la miel Em, me dejan pegado-Ambos se rieron. Sabían que venía después de los besos. Algo romántico e intenso que ojala no se acabara nunca. ¿Estarían preparados? Bueno, ¿lo estaría ella? Él ya tenía algo de experiencia, no era su primera vez.

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