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Se despertó a la mañana siguiente por culpa de unas rosquillitas en el ombligo. ¿Qué coño…?-Buenos días chaval.
-Em…¿qué hora…es?
-Espera-Miró el reloj de la mesita-La una y trece.
-¡¡Jo-der!! Es tardísimo, ¿cómo salgo ahora de aquí listilla?
-Se han ido todos, mis abuelos a misa y mis padres y hermano no sé pero en casa no hay nadie, eso fijo.
-Vale-Se levantó para vestirse. Abrió la boca hasta el tope y se estiró, Emma lo miraba desde la cama riéndose.
-¿Qué te pasa a ti, pija?
-¿Pija?-Se rió-Que tienes un moratón guapísimo en el cuello por mí-Se tapó con las mantas descojonada de la risa.
-¿Qué dices?-Sus ojos eran gigantes y su boca estaba abierta de par en par. Se miró al espejo del armario-Sal inmediatamente de ahí y déjame maquillaje.
-Voy querida-Dijo con una voz demasiado pija. Vino del baño con un estuche pequeño-Espera que te lo tapo yo anda.
-Mala persona-Le besó la mano cuando se acercó a maquillar la zona.
-¿Desayunas conmigo abajo?
-Si me lo das vale.
Bajaron a desayunar, ella sacó la tostadora, el pan, la mermelada, etc.
-Anda sube a vestirte que ya sigo yo.
-No quemes la cocina ¿vale?-Le dijo alzando la mano en señal de amenaza.
-Con que amenazando e…ala pues para mi un festín y para ti una rebanada de pan y un café.
-Mmm, colocado y vale. Ya desayuné con mis padres-Dijo riéndose a medida que subía las escaleras para escaparse de él.
-Qué cabrona. Entonces…¿hago para mí solo no?
-¡¡No, que yo desayuno dos veces. Lo que me ofreciste!!
-Esta niña…-Dijo para sí mismo-Qué cruz, Dios. La adoro.
Bajó con un vestidito corto de tirantes gordos y de tonos granates, con unas sandalias que lucían una flor negra enorme en la punta del pie.
-¡¡Coño, una ciruela viva!!
-Te odio-Le dijo cogiéndolo por la cara y besándolo. Él la acarició por el muslo hacia arriba por debajo del vestido.
-Venga, a desayunar gorda.
-Oye niño…
-Por desayunar dos veces al día guapa.
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