jueves, 2 de junio de 2011

Treinta y seis

-¡Chicas que alegría, cuanto tiempo!-Yoli las recibió encantada.
-Hola señora Munitch-Dijeron las dos al unísono.
-Mamá subimos al ático ¿vale?
-Claro.
El ático estaba dividido en dos habitaciones, una pequeña despensa y el resto seleccionado para una sala pequeña en la que había un ordenador, juegos de mesa y los típicos de adivinanza, una estantería con enciclopedias y libros que se habían traído a la casa nueva pero que no se habían leído todavía. La ventana del techo era enorme, e iluminaba toda la habitación, en el centro había colocados sobre una alfombra de dibujos enrevesados un sofá de cuero en color crudo, al igual que dos butacas. En el centro una mesa de té. La habitación estaba llena de velas a las cuales no se les había dado fuego desde hacía mucho, pero se fueron de mudanza al igual que el resto de objetos.
-Guao tía, tenemos que venir más a menudo, ¿E Covi?
-Si, vaya.
-Ya veo que os parece una pasada-Echó el cerrojo tras de ella para que su hermano no espiara como hacía a menudo-Lo nombro nuestro rincón, ya vendréis por mi cumple a dormir-Se rió.
-Es verdad, ¡Tu cumple!-Dijo Covi-Eres la más vieja-Se rió de su gracia.
-Covi te la estás jugando.
Se rieron y se sentaron en el sofá y Emma en una butaca. Se puso cómoda, la conversación probablemente fuese larga.
***
-Borja, no te puedes imaginar lo feliz que me haces-Rubén en plan picotero.
-Rubén, nunca llegarás tan lejos como yo, acuérdate de esta frase. En todos los sentidos. Y no me piques, que me marcho pasado mañana eh.
-No sé a que te refieres-Puso cara de desconcertado.
-Lo sabrás de eso estoy seguro-Salió por la puerta de su habitación y bajó al salón. Rubén se quedó allí, pensando a qué se refería su hermano.

-Borja no te voy a encerrar en casa estos dos días, puedes salir-Dijo su madre. Borja, sin decir ni una sola palabra, cogió las llaves de casa y de la moto del cajetín de la entrada y su chupa del perchero. Cerró de un portazo. Entró en el garaje, se puso el casco y arrancó la moto. No tenía ni idea de a dónde iría, pero necesitaba un paseo por corto que fuese, respirar aire fresco…y cómo no, ver a la chica de sus sueños, necesitaba una foto para llevársela consigo a donde quiera que se fuera el sábado.
Condujo su moto hasta la casa de Emma, allí se paró y le dio al acelerador provocando un ruido exagerado e innecesario.
***
-¿Em, qué es ese ruido escandaloso?-Lupe parecía alterada.
-¿Una moto quizás? Ni idea, pero ahora lo averiguamos. Vamos-Salieron del ático las tres con Emma en cabeza-¡Mamá! Ui, ya no hay nadie en casa, se van y vienen como las moscas caray.

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