jueves, 2 de junio de 2011

Treinta y tres

Salieron del agua besándose, se tumbaron en una toalla cerca de la orilla.
-¿Estás segura de lo que quieres?
-Si. Sí y es a ti.
Esto no era algo que se preparaba, ninguno de los dos pensaba en que esta sería la noche, SU noche, para el resto de sus vidas.

 Borja la besó de otra manera, explorando con su lengua las suavidades de su boca jugosa y dulce, deslizándose sobre ella, con mayor pasión en cada minuto que pasaba, sintiendo cómo el cuerpo tenso de Emma se iba pegando al suyo, poco a poco, mientras una ola de calor les subía cuerpo arriba. Toda la piel parecía poca para besar. Cada célula de sus cuerpos reclamaban con ansiedad más y más caricias. Sus cuerpos a pesar de estar mojados por el agua también lo estaban por el sudor. Ambos se acariciaban explorando sus cuerpos. Lo hicieron como si el mundo se fuese a acabar de un momento a otro. Nada ya importaba, solo la soledad que tanto él como ella  mantenían esa noche.
Pasaron horas inagotables, se quedaron relajados abrazados con besos suaves y risitas tímidas por parte de Emma.
-¿Te encuentras bien?
-Si, tranquilo, estoy de maravilla. Cuando me encuentre sola pensaré en esta noche y en los pocos momentos que pasamos juntos.
-Te quiero Em, no te pido que me esperes, simplemente que seas feliz con o sin mi, y que no me olvides-La besó con ternura, cómo no, este también fue un beso frío que siguió despertando en ella una sensación de hormigueo en su estómago, ella notó cómo se decían adiós, probablemente estos tres día que quedaban no se volverían a ver a pesar de vivir cerca, él haciendo las maletas y encerrado en casa y ella preparando el inicio del curso.
-Te quiero y siempre te querré y aunque lo intente no conseguiré olvidarte nunca.
Borja la miró a la cara, la luna la iluminaba entera, parecía una Diosa de tez clara y melena larga, desnuda en la noche.
-Y yo a ti también.
Emma lo besó, miró el reloj, eran las tres de la mañana.
-Dios, Borja, no quiero que esta noche se acabe porque no creo que tenga otra igual en la vida, pero es muy tarde-Él se rió atrayéndola hacia sí-Borja te lo digo enserio, ojala no se acabase nunca, pero tengo que volver, mi madre se despierta todas las noches y como se entere de que no estoy en la cama…-Él la cayó con un beso. Una suave caricia le pasó por la espalda.
-Vale. Nos vamos-Él se levantó y Emma se puso colorada y se dio la vuelta, ambos se rieron-Venga vístete y no te rías tanto bruja.
En pocos minutos ya estaban vestidos y dispuestos a marcharse. Así lo hicieron, cogidos, él apoyándose en los hombros de la chica y ella cogiéndolo por la cintura. Se fueron camino a casa de Emma. Borja la dejó en el porche de su casa.
-Buenas noches Em, te quiero-Ella no pudo responder, Borja le rompió la boca con un beso enorme y apasionado. Los dos sabían que eso no se iba a repetir hasta pasado mucho tiempo. ¿Cuándo se volverían a ver? Ninguno de los dos lo sabía.
Borja la abrazó fuertemente y la soltó muy despacio, ninguno quería despedirse aun, pero tenían que hacerlo, era tarde. ÉL se fue alejando deslizando su mano por el brazo de ella hasta que las puntas de sus dedos ya no podían tocarse por la distancia. Emma lo vio alejarse hasta que la oscuridad se lo impidió. Se sentó en la entrada un momento, recordando lo que había pasado esa noche. Una brisa suave le acarició las partes desnudas de su cuerpo. Algo la sobresaltó de pronto, se puso nerviosa, sentía a alguien cerca, alguien la vigilaba, lo notaba, desde la oscuridad lo más probable puesto que a la luz no se veía a nadie. Entró en casa tan pronto como pudo y la cerró con llave y cerrojo. ¿Quién la vigilaba? ¿Qué quería? ¿Por qué a ella? Lo que tenía claro es que Borja no era.

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