viernes, 3 de junio de 2011

Treinta y ocho

Pasaron las horas hablando como cada tarde antes de la mudanza de Emma, la ayudaron a preparar sus cosas para el comienzo del curso y salieron a pasear.
Estaban en el parque “La Magnolia” cuando alguien inesperado apareció.
-Hola Emma.
-¡Rubén!
-¿Qué tal?
-¿Qué haces aquí?
-Pasear, te he visto de lejos y vine.
-Ya, bueno chicas este es Rubén, Rubén estas son Covi y Lupe-Dijo señalándolas. Su cara había cambiado de entretenida y feliz a nerviosa y enfadada. ¿Por qué tenía que aparecer cuando nadie quiere?
-Ya nos íbamos, hasta otra.-Dijo levantándose y despidiéndose con la mano.
-Em, espera-La cogió por el brazo, le hacía daño.
-Para ti soy Emma, y suéltame que me haces daño-Aflojó un poco.
-¿Podemos hablar?-Le sonrió.
“Maldito seas, invecil, siempre con su sonrisita de oreja a oreja como si nada pasase nunca, no me quiero ni imaginar que pasaría si supieras que me enrollé con tu hermano” Se rió para adentro.
-No, ahora no, tengo prisa.
-Pero…
-NO, ¿acaso no captas las cosas a la primera? ¿Eres tonto o algo por el estilo?-Se dio la vuelta y empezó a caminar, sus amigas le llevaban algo de ventaja.
“Dios, no me puedo creer lo borde que acabo de ser, es…es…increíble!

-Chicas ¿a donde vamos?-Dijo Emma para que sus pensamientos se fueran de la cabeza lo antes posible.
-Nosotras a casa Em, ya es la hora, tengo dos llamadas perdidas de mi madre y ya sabes como es, la histérica empedernida…
-Os acompaño a donde sea, ya sabéis.
-No te preocupes conocemos el camino, nos has guiado tú este medio día-Le sonrió-Suerte el martes en el bachiller ¿vale?
-Seguro. ¡¡Ah, casi se me olvida, mi cumple!!
-EL veintiocho-Dijo Covi.
-Si, mi madre me deja invitaros a dormir, cae lunes, pero podéis venir ese fin de semana, ya hablamos por el tuenti ¿vale? Tenemos que quedar LAS SEIS.
-Si, es verdad, una reunión más de nuestro grupo Em. Bueno, un abrazo y dos besos.
Se despidieron, Ellas se fueron y Emma dio la vuelta para volver a casa, estaba atardeciendo y no le gustaba nada ir sola por la calle. Una brisa le puso la piel de gallina.
“Joder, esa sensación otra vez” Echó a correr hasta su casa. Entró en ella como si la persiguiera un perro de presa, asustada saludó a todos en casa, sus abuelos aun estaban allí.
-Buenas tardes familia-Respiraba acelerada.
-Hola cielo, ¿qué tal la tarde?
-Buena, si señor. Abuela ¿os quedáis a dormir?
-Si cariño.
Por suerte había una habitación para invitados, no quería dormir en el salón con su hermano una vez más como en la casa vieja, lo odiaba a muerte.
-Genial, subo a mi cuarto-Su madre asintió, ella subió, miró el reloj que había encima de la cama, marcaba las nueve treinta y cinco. Se tumbó en la cama boca arriba para relajarse, no pudo, era su última noche con Borja, intuyó que la próxima no podría salir, no sabía el motivo, pero sí que no sería posible.

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