sábado, 4 de junio de 2011

Sesenta

Tres semanas habían pasado ya desde la confesión del embarazo de Ámber. Los padres se habían asustado y la habían llevado a un ginecólogo para ver si era cierto. Estaba de dos meses y la tripa se le estaba empezando a marcar. Los padres habían acepado la decisión de su hija menor, la de tener al bebé, y a Cory en la familia. Los padres de él, por el contrario, su padre el más enfurecido, lo habían echado de casa y este había empezado a vivir con sus abuelos y a trabajar por la tarde en una tienda de música.


Emma entró en clase una mañana, apurada como estos últimos días. La clase ya estaba empezada.
-Buenos días señor Pool, siento el retraso.
-Siéntese señorita Philips-Emma fue directa a su sitio.
La puerta sonó tras su entrada. Un alumno nuevo interrumpía de nuevo la clase.
-Hola, ¿tú debes de ser el alumno nuevo no es cierto?
-Sí señor.
-Sergio Tsinouli Greco, si no me equivoco.
-En efecto.
-Siéntate al lado de la señorita Philips por favor, apartir de ahora será tu asiento.
-Pero...señor Pool, ¿y Ámber?-Emma se quejó levantando las manos.
-Hmm, lo siento mucho por ella, que hubiera asistido hoy-Emma puso mala cara y tiró su libro fuertemente sobre la mesa, después miró como el chico el cual respondía al nombre de Sergio se acercaba a su mesa.
Era alto, rubio, de pelo medianamente largo…parecido al largo de Rubén, se quitó sus Ray Ban por lo que pudo ver sus ojos verdes esmeralda que invitaban a perderse en ellos a cualquiera que los osase mirar. Por su barba de tres días más o menos, le echaba la edad de Borja. Su altura era considerable, su cuerpo musculoso, obligaba a mirarlo de arriba abajo. Su sonrisa encantadora y grande. Vestía con una camisa azul y vaqueros negros ajustados, en sus pies unas vans normales, en la cabeza un gorro rojo, el cual no le pegaba nada.
De nuevo esa sensación rara la inundó cuando Sergio se sentó a su lado.
“No puede ser, es el chico de ayer en la marquesina del bus”
-Hola-Le estrecha la mano-Soy Sergi, encantado.
-Yo Emma- Siempre es un placer hacer nuevas amistades-Se puso roja como un tomate. “El calor, es solo el calor que hace aquí, si, solo eso”
-Bueno…-Empezó a reírse.
-¿Qué?
-Nada mujer.
-Y bien ¿cuántos años tienes?
-Diecinueve. Se lo que estás pensando, y sí, repetí cuarto.
-Ah, pues yo no, tengo diecisiete ya.
-Eres de por aquí ¿no?
-Sí…a dos manzanas.
-Cerca del lago.
-Si…¿cómo lo sabes?-Emma se quedó anonadada.
-Te vi hace unos meses, de noche…no creo que hayas cambiado tanto para que me equivoque de persona.
“Dios, no me lo creo, el día aquel en que Borja y yo…cuando estaba en el porche…Dios, él me espiaba…No, es imposible”
-Por cierto, me encanta tu perro, ¿Gran Danés verdad?
-Sss…i…-Emma se puso nerviosa y frunció el ceño.
“¿Me espía o qué?”
-Tus amigos tienen pinta de ser geniales.
-¿Los conoces?
-No
-¿Entonces…me espías o qué?-Se empezó a mosquear.
-Quien sabe…-Esbozó una sonrisa pícara, se acercó a ella, como si solo estuviesen ellos en clase-¿Me dejarías?
-No, ¿Quién te crees que eres?
-¡¡¡Señorita Philips, fuera de clase!!!
-Pero…
-Nada de peros, largo.
Emma miró de mala gana a Sergio, recogió sus cosas y salió de clase.
-¿Ámber? Soy Em, necesito hablar contigo, desahogarme-Pasó el resto de la clase hablando con Ámber por el teléfono en el patio del centro.
-Por lo que me cuentas está bueno ¿no?
-Ámber, por favor, es enserio, desde que no vienes estoy sola, y ahora para colmo me toca este chulo. Te echo de menos tía.
-Lo se Em, pero la tripa crece, y me encuentro mal, no paro de vomitar, ya siento alguna que otra patadita…mi madre está loca tejiendo cosas y Cory trabaja después de clase y viene a verme…
-No te agobies sabes que puedes contar conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario