jueves, 2 de junio de 2011

Veinticinco

El agua estaba fría, pero le sentaría bien para despejarse y quitarse ese olor a rancio. La herida la tenía tapada con una venda color crema no muy gorda, le tapaba la mitad del costado. Se bañó con una esponja que encontró en el lavabo, empaquetada. Era como lija, pero era lo que le quedaba.
Al acabar salió más fresco que una rosa por la puerta y con la mochila al hombro. Vestía unos pantalones cortos de cuadros azules y un polo blanco, de calzado unas sandalias de cuero marrón. Su madre estaba en esos momentos hablando con el médico.
-Si doctor no se la quitará hasta pasado ese tiempo…
-Perfecto…
-¡Rubén, hijo, ya estás listo!
-Si mamá, ¿nos podemos ir ya?
-Sí, claro. Bueno Doctor Guberth, ha sido un placer.
-Lo mismo digo.
Madre he hijo se fueron en dirección al ascensor número cinco. Bajaron en silencio hasta el aparcamiento, allí buscaron el coche para regresar a casa.
“Emma, ojalá se aclare todo y Borja no te halla llevado a su territorio con malas conclusiones”
***
Emma llegó a casa con una gran sudada.
-¡Hola mamá, ya he llegado!
-Ah, Emma, genial. Oscar ha llamado, a Rubén le han dado hoy el alta y ya está en casa.
-Si, ya me lo ha dicho Borja, pero entonces ha llegado hace poco…
-Sí, habrá un cuarto de hora. Toma, llévale esta tarta de manzana.
-Espera, espera. Voy a darme una ducha, estoy que apesto-Hizo una mueca y subió a su habitación-¡Adrián, sal fuera inmediatamente enano!
-Emma, estaba buscando el celo solamente.
-He dicho FUERA-Dijo enfadada recalcando al última palabra-¿Cómo hay que decirte las cosas en veinte idiomas?-Señaló un cartel dibujado por ella en su puerta-Prohibido la entrada a mi hermano.
-Vale, vale-Salió de ella y  Emma cerró la puerta tras de sí.
-Niño asqueroso…-Abrió su armario. Buscó unos levis y una camiseta de esas flojas, sacó del zapatero unas converses y del cajón superior la ropa interior. Salió y entró en el baño, la música de su móvil no tardó en sonar.

-Mamá, ¿puedo probar un poco de la tarta?
-No, pero te estoy haciendo otra.
-Vale.
-Venga vete a verle que sé que tienes ganas cielo.
-Sí, locas. Nuestra charla dudará una eternidad, lo estoy viendo…-Dijo en susurros.
-¿Decías algo?
-¿E? No no, ya me voy. Chao.
Salió por la puerta decidida a buena marcha. Había acertado con la ropa, no hacía calor. Y era algo atrevida, pegada a sus curvas y a sus largas piernas.
Llegó a la casa. Alicia estaba leyendo en el porche y Marta jugando con un par de muñecas no muy lejos de su madre.
-Hola Alicia.
-Ui Emma.
-¡EMMA!-Gritó la niña.
-Hola Marta, chiquitina-La niña se acercó y Emma le besó la mejilla-Ten, esto me lo ha dado mi madre para vosotros.

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