jueves, 2 de junio de 2011

Treinta y cuatro

-Emma, buenos días-Yoli acababa de entrar por la puerta levantando la persiana y tirando de las mantas de la cama hacia los pies.
-¿Por qué, por qué a mi?-Emma se escondió bajo la almohada. La madre se rió.
-Venga dormilona que son las once.
-Mamá…un poco más anda.
-¿Por qué? ¿Te acostaste tarde ayer?
-Emm…si, a las tres y algo, emm…me enganché a un libro.
-Ah, bueno, pues no te acuestes tan tarde, que hay que hacer cosas. Vístete y a desayunar, venga.
-Voy-Se dio la vuelta en la cama.
-Que no te tenga que volver a llamar-La advirtió.
Salió de la cama de mala gana, casi no se tenía en pie del cansancio. Se vio reflejada en el espejo del armario.
-¡Qué ojeronas!
Se fue al baño, necesitaba una ducha, tenía el pelo asqueroso del agua del lago, y no podía ir así por la vida, cómo no, puso música, cogió ropa interior, unos pitillos y una camiseta de manga corta. La ducha fue rápida, recogió su cuarto y al meter las mantas por debajo del colchón se fijó en la mochila.
“Mierda, no eché la ropa a lavar, uff como mi madre empiece a preguntar” Se apresuró a bajarla a la despensa donde estaba la lavadora, la puso y se fue a desayunar.
-¿Amaneció?-Juan le preguntó.
-No, papá, no…-Se rió.
-¿Hoy es cuando vienen tus amigas, Em?
Emma saltó en la silla, se había olvidado completamente de que hoy era jueves 17, y que era el día en que venían Lu y Covi. Bueno, ya las llamaría Lupe cuando acabasen de comer, aun era pronto.
-Em, toma, la lista de los libros, tienes que ir a recogerlos a esta librería-Le dio la dirección, sabía donde quedaba, pero tenía que pasar por delante de la casa de los Munitch .
-Vale, voy yendo-Acabó de desayunar, se calzó unas simples francesitas y se fue. Cogió la bicicleta para ir más a prisa.
Pasó por delante de la casa de los Munitch, pero no había nadie, ni en casa, porque estaba todo cerrado, ni en la calle. Se extrañó, no era normal que no hubiese nadie. Siguió su camino hasta la librería, donde recogió el material escolar y se volvió a casa. Por el camino a lo lejos le pareció reconocer a una chica.
“Oh, mierda es Sandra”
Se metió por otra calle. En el porche estaba Adrián.
-Hola.
-Ei, ¿qué haces?
-Nada, ¿por?
-No sé como nunca estás aquí afuera…-Entró en casa. Pero volvió a salir-¿Y mamá y papá?
-Se han ido a la antigua casa, a por los abuelos, hoy comen aquí, que hagas una tortilla y sopa y…¿qué más? Algo de postre.
-Arg-Se quejó.
“Pero vamos a ver, ¿por qué tienen que ir los dos, no vasta uno? Y para encima tengo que cocinar yo…¿postre? Fruta y listo”
Se fue a la cocina y empezó a cocinar de mala gana, quería coger su ordenador y escribir en una nota a modo de diario su noche, no estar en la cocina liada con tratos, quería despegar del mundo e irse a otro sitio, desaparecer por un momento como la noche pasada… Sola, a su propio aire.
***
-Mamá, ¿son necesarias todas estas cosas?
-Sí, no sabes el tiempo que estarás fuera, por lo que más te vale cuidarte.
Borja puso una mueca.
-Oh vamos Borja.
-¿Qué?-Se dirigieron a caja a cobrar-Martita cosa guapa.
-Boja no te vayaz pofa. ¿Con quien juego yo aoda?
-Quítate el chupo que no te entiendo nada bonita.
-La casita de muñecas no se va a abrir sola,. ¿Con quien va a dormir la Barbie cuando te vayas? Y Pepo el canguro te quiere muchisisísimo.
-Oh enana, yo también te voy a echar de menos, pero puedes jugar con Rubén…-Hizo una mueca un tanto dolido.
-No sabe.
-Haz un esfuerzo ¿vale?-La niña asintió y se fueron al coche, él la ató y condujo con su madre de copiloto a casa.

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